Un elefante en la sala

04.10.2016 00:18

Hay temas cercanos, conocidos, de los que nadie habla porque es más fácil no entrar en ellos. Por ejemplo, hablar de desigualdades por género en el deporte ; decir que el echo de ser mujer conlleva asumir o sentir la presión de unos patrones sociales impuestos sobre sexo, cuerpo, actividad y relaciones. 

Cuando alguien expresa el tema puede que su auditorio prefiera continuar negándolo y quien lo expresa quede condenado al ostracismo. Se oyen frases como: “eso era antes, ahora no”, “estamos un poco artos de hablar de cosas de mujeres, mejor hablamos de deporte”. También puedes encontrar quien da sus pinceladas, y lo representa como si formase parte de una decoración, que algún día se cambiará. Puedes encontrarte con quienes digan que ya lo saben, que no es ninguna novedad, aunque ni hablaban, ni hablan de ello. 

El camino hasta aquí, en “+ Visibles”, dejaba claro que se trataría la desigualdad. La pregunta sobre las dificultades, obstáculos, desigualdades que las deportistas encuentran por ser mujeres ha sido una constante en la conversación con ellas. Ha habido otros elefantes, pero ahora nos quedamos a hablar de este. 

La sala era amplia: allí donde la actividad física se realice con objetivos relacionados con la mejora de la condición física, psíquica o emocional, con la competición deportiva, el entrenamiento o la ocupación activa del tiempo con esa actividad. Allí donde la actividad intelectual se desarrolle sobre la actividad deportiva, para describirla, estudiarla, promocionarla o cambiar en beneficio de sus valores educativos y sociales, o defender su importancia para la salud en la comunidad, generar compromisos solidarios, o como motor de desarrollo económico y de empleo… Y en todos esos lugares estaba el elefante de la desigualdad. 

En “+ visibles” hay mujeres muy formadas académica y/o profesionalmente, mujeres que ocupan su tiempo con el deporte en competiciones no oficiales o simplemente por diversión, superación o mejora personal. Unas hacen de ello su profesión, otras trabajan en empresas para facilitar la actividad deportiva. Otras solidarias, además las que trabajan por la salud, o docentes, o investigadoras… Hacerlas visibles es lo más básico. Ya lo he dicho antes, sin verse no es posible cambiar las miradas. 

El libro ha sido una aproximación, en imágenes y texto, a un fragmento de la vivencia de mujeres en su actividad deportiva. En un entorno muy local. Las desigualdades y obstáculos que encuentran están presentes en los relatos, son fácilmente identificables y muchos compartidos. Son luchadoras, solidarias, buscan el espacio que quieren y tratan de disfrutarlo libremente. Ellas construyen y hacen realidad sus cambios. Ellas no son el cambio, son expresión de la resistencia y la fuerza por vivir el día a día, son parte del cambio y padecen su falta. En las relaciones sociales, el cambio no es sólo personal. Las instituciones, los agentes económicos, educativos, de la salud, deportivos o sociales…, allí donde hay poder de influencia, tienen el poder que en ocasiones transforma y en otras conserva y perpetua. Aquí el cambio no viene del discurso conservador, sino de como se planifique, ordene y gestione lo que hay en el elefante. 

Hablar, con riego al ostracismo, a etiquetas en un discurso sin desarrollo, al “ya esta tratándose” aunque nadie lo haga. Todo esto despierta poco interés y desmotiva, pero si no lo hablamos ¿cómo lo hacemos para evitar esos riesgos y cambiar?.

José Luis Raña

Puedes encontrar actividades para reflexionar sobre esto en el cuadernillo que hay a tu disposión en Recursos.