Por ellas puedo

29.05.2016 16:00

El respeto, la humildad, trabajo, sacrificio y confianza son los valores del equipo senior de rugby de la UGR, primera división andaluza.  Aunque cada jugadora hace suyo uno en más medida, el respeto creo que es el valor más importante. Respeto y compañerismo que las hace ser “como una familia dentro y fuera del campo”. Puede que no tener miedo sea una cualidad importante en esta disciplina “pero la valentía la cultivas, el respeto tienes que tenerlo desde el principio y siempre”. Este equipo tiene las puertas abiertas a todas las mujeres que quieran incorporarse a jugar. 

Cada una de ellas llegó de forma diferente: “Vine a estudiar a Granada, quería probar un deporte diferente y de contacto”, “mi mejor amigo juega en el equipo masculino, me pase un día a ver el entreno de ellas y la capitana me animó”,  “ mi novia, una chica que juega aquí, me dio información y me vine a entrenar”, ”en las jornadas de recepción en las que todos los años se da información sobre el equipo”, “ probé varios deportes y me quedé con el rugby”. Cualquier persona, tenga unas cualidades o carezcan de otras pueden pertenecer al equipo, porque siempre puedes aportar. “Altas, delgadas, gordas, bajitas, corras mucho o no siempre puedes aportar”.

Son luchadoras, en el equipo han aprendido a tener seguridad de si mismas, “valentía”, “concentración”, “sacrificio”, “a no tirar la toalla”, “a que si te caes una vez te vuelves a levantar”, “una familia”, este deporte “me ha dado la vida”. El tercer tiempo existe para ganar como jugadoras y como equipo; aunque en el campo haya habido choques fuertes, comer y beber con el otro equipo va más allá de una celebración, es una manifestación de igualdad, amistad y respeto máximo. 

Las jugadoras del equipo senior de rugby de la UGR tienen como modelo de referencia sus propias compañeras. No consideran que por ser mujeres tengan ninguna dificultad para jugar al rugby, aunque a algunas en su casa no las apoyan, “la propia universidad a veces no da las mismas prestaciones a los hombres que a las mujeres. No tenemos la misma facilidad para conseguir equipos contra los que jugar porque no se fomenta tanto el deporte femenino como el masculino”. Reflexión extensible a otras instituciones y medios sociales. En las categorías inferiores “no se tiene en cuenta las niñas porque son menos, puede haber alguna que se quede sin jugar la liga porque no la dejan, incluso pudiendo jugar con niños, no la dejan”.  Respecto a los medios de comunicación, también les piden respeto. Rápidas o lentas, altas o bajas, lesbianas o heterosexuales, a estas guerreras les basta que las traten como jugadoras. Con eso basta, “mientras que las noticias no reflejen que somos masculinas y bolleras esta bien”, no tienen que vestirse de rosa ni ponerse tacones para ser jugadoras.

Ante la adversidad este equipo es de los que piensan “todavía se puede”, “si me caigo me vuelvo a levantar”, le dan ganas de luchar, piensa que siempre se puede un poquito más, “si pones corazón los pies te seguirán”. Jugadoras que tienen grabado a hierro el  “por ellas puedo”; si “ella se parte la cara yo me parto la cara por ella también”. “Vamos hermanas que se puede”. Pensamientos que unen a quienes llevan cinco meses jugando con otras que llevan diez años.

Acaba de empezar la primavera y aunque la noche esta despejada aún es “fresquita”, cerramos la entrevista y un grito colectivo se oye en la penumbra del campo: ¡Fuerza Granada! Uh, Uh, Uh, Granada!.