Lo difícil de hace y lo imposible se intenta.

11.12.2015 22:53

Este es el resumen de la conversación con una mujer que ama y practica el deporte: Raquel Escobar. Bueno, también sobre la actividad en la Facultad de Ciencias del Deporte de la UGR, en la que puede pensarse que la gente se lo pasa muy bien y es cierto, pero sobre todo quien llega allí porque le gusta el deporte.

Raquel Escobar es Vicedecana de la Facultad de Ciencias del Deporte a petición del actual Decano quien debió de ver en ella determinadas aptitudes que quería en su equipo de gobierno. Para Raquel se ha tratado de tener interés, ganas de hacer algo por el sitio donde trabaja, el sitio que le gusta, querer mejorarlo, que sea un referente a nivel nacional como poco y… así lleva siete años. Es cierto que en este tiempo no puede hacer un cómputo de las horas de dedicación, y que una dedicación permanente no es asumible por todo el mundo.

Raquel Escobar es investigadora. Nos habla de perfiles antropométricos en judo, de que existe un patrón tipo pero que no significa sea el mejor ni el determinante. En el  judo, la estructura morfológica personal favorece el empleo de unas técnicas pero el desempeño depende también de la morfología de la persona oponente.

Sus últimas investigaciones se han referido a patrones de alimentación en judocas de élite, algo que puede hacernos reflexionar en deportes de lucha en los que el peso es determinante y en los que el control del mismo es una preocupación añadida al entrenamiento. Patrones que no llegan a ser de anorexia ni de ingesta compulsiva, pero de los que cabe preguntarse sus efectos comportamentales una vez finaliza la carrera deportiva.

Es docente en la UGR, adivinen de qué. Su alumnado normalmente entiende de futbol, baloncesto… pero no tienen ni idea de judo. Ver que al final del cuatrimestre alcanzan un nivel, nos confiesa, hace que le parezca que merece la pena el coste físico que ha tenido como deportista de competición que fue, parte del equipo nacional. Una mujer que empezó judo a los ocho años, por cabezonería, porque no acepto que el judo era de niños y para ella como niña lo correcto era aprender mecanografía.

Nos hemos  encontrado con una mujer que disfruta de su actividad, como esas niñas que, aún con treintainueve de fiebre, corren sin que parezca les duela nada. Es que, aunque pendiente de terminar su etapa de gobierno, el judo vive en ella de forma inmensa. Quizás podremos verla  apoyando altruistamente el rendimiento de nuestro equipo nacional de judo. De momento, para ella, lo difícil de hace y lo imposible se intenta.