El mejor momento

21.06.2016 11:43

En ocasiones las hermanas menores siguen más allá de donde dejaron sus pasos las mayores. Esto ocurre con Irene Ocete en el atletismo. Con siete años empezó el recorrido de pruebas que componen el atletismo, hasta los doce, en que entre la pruebas de vallas y la de salto de altura fue destacando en la primera, y en ella se ha especializado.

Han pasado varias etapas evolutivas desde los siete años hasta el día de hoy de esta estudiante de medicina y atleta. El deporte ha influido en su formación como persona, ella destaca su contribución a la constancia, a asumir una disciplina, o saber organizarse. Esto ha de entenderse en el contexto de una forma de vida en la que “ante la adversidad se antepone el convencimiento de que, al final, con esfuerzo las cosas salen. Asumir el entrenamiento a pesar del cansancio, de un mal día, de falta de tiempo. Priorizar y tomar decisiones, gestionar el tiempo. Ocuparte de las cosas en lugar de preocuparte”.

Una forma de vivir la vida que, si no te gusta y se hace porque los padres obligan o por presión social, supone sacrificio y sumisión. Pero que si se hace desde la voluntad y por disfrutar se convierte en “el mejor momento del día” y “te hace más fuerte”.

 Irene Ocete ha estado entre las tres primeras de Andalucía desde su etapa de categorías infantiles. En los últimos años ha sido campeona de Andalucía en vallas y saltos de longitud. Cuarta de España en absolutos en 2012 en Pamplona y en 2015 en Castellón, en esta última obtiene su mejor marca personal. Unos resultados en los que hay invertido mucho tiempo.

Este año finaliza sus estudios y esta más dedicada a ellos, al atletismo le dedica tiempo tres días de la semana. Lo que venia dedicando eran seis días en temporada para ir “cargando” y cinco días en competición. Tres horas al día.

Irene nos dice que no ha percibido en su día a día deportivo discriminación por ser mujer. En el atletismo las mujeres han conseguido un papel relevante en competición propia. También ha sido esa diferenciación donde han incidido posiciones sexistas, señalando “ventajas competitivas” sustentadas en la configuración cromosómica u hormonal.  Es el caso de otras atletas como  María José Martínez Patiño o Caster Semenya y otras que han vivido las barreras sociales que separan los sexos.

Las dificultades de las que habla Irene tienen que ver con las instalaciones y el material para su práctica deportiva. Al final de sus estudios universitarios, cuando la presión es mayor, esta motrileña nos comenta: “decidí subir y bajar todos los días porque no estaba cómoda entrenando allí. No tenía facilidad para entrar en las pistas, no tenia el material que necesitaba. Para utilizar vallas tenía que pagar una cuota que me suponía desplazamientos. Al final, es más difícil si a la dificultad de encontrar tiempo se ponen más dificultades…”. Los desplazamientos de Granada a Motril que se relatan, esta campeona andaluza los atribuye a la menor presencia del atletismo frente a otros deportes. Pero esto es algo aplicable a todos los lugares, con lo que las razones habría que buscarlas más allá del peso de la disciplina deportiva.

En los momentos en lo que “cree que no va a salir nada, la negatividad,” Irene se reencuentra a si “entre las personas que la conocen, con las que entrena, las que la han visto competir. Recordar lo que ha conseguido siguiendo, siendo más positiva, dejando que su “cabeza” crea en ella.

Tiene dos sueños, el inmediato de graduarse, conseguir el MIR y trabajar. El siguiente, cuando su futuro profesional este “más resuelto”, conseguir medalla en vallas en un campeonato de España absoluto.